No sé cuántas veces podemos llegar a escuchar eso a lo largo del día. Por aquí y por allá lo oiremos decir. Enciendan la televisión o la radio, lean el periódico o rebusquen en la red. Seguro que ahora mismo hay alguien que lo está repitiendo tal cual.
A ver si me explico: el problema es que nuestra vida es finita, mientras que la competición en la que nos vemos inmersos ya desde que nacemos no parece que lo sea.